Zona roja hondureña

Me subí a un bus desde San Salvador con destino San Pedro Sula, en Honduras. Salimos a las 5:30 de la mañana, así que a las 5:00 ya estaba en la estación de buses, para estar más tranquila, asegurándome que el bus no me dejaría.

Este viaje ha sido el único que ha contado con un bus que tenía características muy similares a las de un avión. Incluso, mejores!Tenía baños para mujeres y otro para hombres, y muy limpios. Eso me ha gustado mucho. Fueron diez horas de viaje.

Al llegar al Paso Fronterizo, El Amatillo, fue todo muy fácil y rápido. Siempre el bus a la espera de sus pasajeras y pasajeros. Antes de llegar a San Pedro Sula recordé que ya me habían advertido del gran peligro en esa ciudad y que era aconsejable no pasar por ahí. Para mi fue un poco tarde acordarme de aquello, pero ese recuerdo, más los comentarios de todas las personas que conocían y vivían en ese lugar no paraban de decir lo mismo: ‘es muy peligroso’. A mi no me extrañaba esos comentarios, ya que en todos los países me decían lo mismo, en especial sobre capitales y ciudades grandes. Al llegar al terminal de buses se me pasaron varias ideas por mi cabeza, una de ellas era pasar la noche allí y al día siguiente irme a algún pueblo cercano, pero que fuera más seguro, sin mayor delincuencia y sin ningún tipo de violencia. Comencé a indagar sobre pueblos a poca distancia de San Pedro y no eran muy buenas las referencias, pero como en todos los países que he visitado me he adentrado y conocido perfectamente, sin algún problema. Pero, claro, siempre alerta, con todos mis sentidos pendientes de todo lo que pasa a mi alrededor.

Pregunté para irme a la zona de la costa, una ciudad que se llama Puerto Cortés. En esos momentos existía solamente un minibus para ir hacia allí, con una hora de viaje. Me venía muy bien, ya que era temprano, por lo que había luz natural e iba a llegar a destino a buena hora para mirar algún lugar de hospedaje. Cuánto pregunté el precio del billete a ese pueblo, me di cuenta, inmediatamente, que el hombre que había consultado quería estafarme. Me estaba cobrando 665 lempiras hondureñas, 27 dólares y lo peor de todo es que ha sido a vista y paciencia de algunas personas que estaban alrededor de el, que aparentemente aprobaban con su silencio dicha estafa. Luego miré el Google maps y elegí el siguiente pueblo, así que busqué un bus hacia allí. Estaba por salir uno, así que me fui en ese. En ese transporte interurbano me fui conversando con algunas mujeres, y les explicaba que necesitaba encontrar alojamiento por esa noche. Todas daban su opinión. Pero lo único que se sentía era que estaba todo bien, que debía confiar. Una de ellas me dice que si quería me podía ir a su casa, que me podía recibir. Yo le di las gracias, y le dije que no se preocupara. Luego de unos pocos minutos, ella insistía, en especial del riesgo de andar por allí. Así que final accedí a alojarme con ella. Así que le dije al asistente del conductor que ya no me iba a bajar en el parque del pueblo de Choloma, sino que en Quebrada Seca. Cuando le dije ese nombre, el hombre abrió los ojos y me preguntó: esta segura? Yo me reí, y le pregunté porque me miraba con esa cara, dándome a entender que era una zona muy peligrosa. Pero quedó en risas, y hubo un momento que toda la gente del bus volteó a mirarme. Fanny vive en Quebrada Seca, como a 40 minutos de San Pem

dro Sula. Nos bajamos y luego cogimos otro minibus. Antes de subirnos ella me invitó a comerme un maíz asado, con margarina y limón, que estaban preparando algunas mujeres con braseros.

Al llegar a un camino de tierra, Fanny llamó a un mototaxi. Que llegó por nosotras a los dos minutos. El sector era muy humilde. En la calle habían muchos niños y niñas jugando descalzos. Muchos perros y gatos enjutos. Llegamos a su casa. Yo no sabía nada de ella. Y Ella de mi conocía que necesitaba un lugar seguro donde pasar la noche.

Ella vivía con un hijo, de 30 años, su nuera y dos nietos.

Esa noche compartimos una cama, la de Fanny. Yo estaba exhausta, necesitaba descansar, en especial mi mente. Al día siguiente entrevisté a una vecina de ella. Y conversando con ella me llegó la información de que estábamos en una zona altamente roja, por lo que no pude evitar recordar la cara del asistente de bus, ya que es donde vive la pandilla más extremadamente peligrosa de Honduras, la Mara Salvatrucha, conocida como MS, Mara o MS-13.

Finalmente, Fanny me acompañó a la carretera en mototaxi para coger el bus hacia Puerto Cortés. Que el pasaje costaba 25 lempiras, no las 665 que me cobraba el ‘amable’ hombre de la terminal. Y si, logré sobrevivir una noche en esa zona roja!

Danny junto a su nieto Moisés y yo, en Quebrada Seca, Honduras.
Control migratorio en Paso fronterizo Corinto, entre Honduras y Guatemala.
Límite de Honduras, con Guatemala. Paso Fronterizo Corinto.
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