Una intervención quirúrgica y cucarachas

Llegó el día de la operación quirúrgica de mi amigo en Vietnam. Estaba todo organizado para aquello. Era por la mañana. Yo había coordinado con administración pago de procedimiento, que fue un gran quebradero de cabeza, ya que no nos podíamos entender bien con la mala traducción de los teléfonos. Fue agotador, pero finalmente, resultó todo bien. Estaba todo pagado y listo para que mi amigo, entrara a pabellón.

En una sala de preparación, en la cual se vistió con las ropas, aparentemente, esterilizadas para entrar a pabellón, un especie de practicante de medicina me dio un papel, como un tipo de receta, en la que figuraba una lista que tenía que comprar: povidona, gasas, apósitos, suero y otros elementos para utilizar durante la operación. No me podía creer lo que estábamos viviendo. Pero así fue, tenía que ir a comprar, en ese mismo instante, sin contar todo lo que se había pagado, que eran como 1000 euros, pero tampoco me dijeron el día anterior, para ir con tiempo y tener lo que solicitaban. Así que fui a una farmacia que estaba al frente de hospital, afortunadamente. Se ofreció a acompañarme ese estudiante, así que fuimos juntos, mi movilidad era notoriamente reducida, porque tenía la rodilla herida justo en el centro, entonces me afectaba caminar normalmente.

Llegamos de vuelta, con todo lo que pedían y recién en ese momento, lo ingresan a pabellón. Yo mientras tanto me comunicaba con su hermana para contarle del proceso. Fue muy rápido, le pusieron unos metales y tornillos, así que tocaba reposar.

La primera noche en el hospital la pasamos junto a otro paciente y su esposa, ella dormía en una esterilla de paja, en el suelo. Yo apenas me podía mover en esos momentos. El paciente, en una oportunidad, le habló a una enfermera, muy fuerte y duro, y me miraba a mí, pero me hice la desentendida, con justa razón, ya que no entendía nada. Y dos minutos luego, llegó la enfermera con una camilla, tipo tumbona, para que yo durmiera allí, así que no dormí en el suelo, como aparentemente se acostumbra ahí, como parte del protocolo para las personas acompañantes.

Apenas pude dormir. Era mucho el calor, no había aire y el paciente vecino, se le ocurrió nada más y nada menos que fumar allí, y lo más divertido que su esposa, puso una pequeña tolla de mano tratando de cubrirlo, para no verle que fumaba. Y claro, le reclame. Y pedían disculpas, pero era tan fuerte su necesidad que no soportó no hacerlo.

Al día siguiente, luego de la operación ya no estaban. La habitación tenía solo a un paciente, al extranjero y su acompañante, o sea yo.

Todos los días, que fueron siete, vimos como se paseaban enormes cucarachas, no es exagerado, esa es la mejor palabra que las puedo describir, iban de un lado para otro, ya que se notaba que esa era su casa. La limpieza la hacían todos los días, pero solo con agua y no era profunda. Lo importante era que el post operatorio fuera bueno, con esos bichos o no, mientras no hubiera una dentro de su tobillo estaba todo bien.

Yo me sentía mucho más tranquila, al saber que pasaba realmente con su pierna y que pronóstico tenía. Lo que no podía asimilar en esos instantes, era el haber cambiado extremadamente mis planes de viaje, ya que de querer pasar solo un mes por Vietnam, luego, la vida estableció para mí una estancia de seis meses allí, para apoyar y cuidar a mi amigo.

Comparte este artículo