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Mal de altura

La primera vez que conocí lo que es estar en altura, fue en San Pedro de Atacama, en Chile, el año 2014. Fui con un grupo, de madrugada, a conocer los geysers, que logramos verlos a inolvidables 4.200 metros. En esa ocasión me sentí muy mareada y con náuseas, pero sin mayores síntomas, pero no esperaba tener esa reacción. Luego, justamente, a fines de mayo pasado, me correspondió trasladarme por el Paso Fronterizo Chungará, que une a Chile con Bolivia, allí me sentía pésimo, creía que mi cabeza iba a explotar, estaba super mareada, con náuseas, mi cara ardía y estaba colorada como un tomate. Claro, ¡como no! si allí estábamos a 4.658 metros sobre el nivel del mar, si, cerca de los 5.000 metros! Yo lo supe después, y allí, nada me hacia efecto para que se terminara esa sensación. Pero pasadas las horas y al llegar a zona llana, pude superar las secuelas de pasar a esa altitud. Mastiqué hoja de coca, bebí mate de coca y me ‘dopé’ con las famosas pastillas sorojchi pils, que la verdad no sentía que hicieran mucho por mí. Pero al menos, el buen descanso y una ducha reponedora hicieron bastantes milagros con mi cuerpo.

A finales de julio, llegué a la ciudad de Oruro, en Bolivia, que tiene 3.735 metros de altura sobre el nivel del mar, donde no soporté mi dolor de cabeza, era extremadamente fuerte. Sin deseos de comer ni hacer nada, allí me empastillé con las sorojchi pils, más paracetamol e ibuprofeno. Me aliviaba a ratos, pero fue muy duro. Al día siguiente me moví a la ciudad de La Paz, que tiene 3.650 metros sobre el nivel del mar. La sensación era más fuerte, eso que hay menos metros, y yo que creía que disminuiría el mal, quizás al tener más cuestas y estar en un agujero era fuerte. El cansancio era muy grande, a pocos pasos me cansaba inmediatamente, incluso tenía taquicardia. Por todo lo anterior, mi cuerpo me dijo que ya era suficiente de luchar contra la altura. Así que me moví a Perú.

Antes de avanzar no dejaba de mirar en internet la altura de los sitios que visitaría, es más, elegía los que estaban con baja altura, descartando estrictamente los demás, por muy atractivos e interesantes que fueran. Al llegar desde La Paz, primero está la ciudad de Puno, que tiene entre 3.800 y 4.000 metros sobre el nivel del mar. Así que pasé de largo jeje Luego, la primera ciudad que tiene baja altitud era Arequipa, con 2.335 metros. Días después, me dirigí al Cusco, donde me sentí estupendamente, eso que ya tenía buena altitud, 3.399 metros. Pero estuve maravillosamente, sin algún síntoma, todo lo contrario, estaba más animada y con mucha energía! Y en especial al visitar sus alrededores que oscilaban entre los 3.300 y 3.500 metros de altitud. Finalmente estuve 11 días en el Cusco.

Hace unos días me fui a la ciudad de Ayacucho, que tiene 2.761 metros, pero, durante el trayecto pasamos sobre los cuatro mil metros (Lo supe luego, el conductor del autobús me lo dijo)Antes de llegar a esa ciudad tenía mi respiración agitada y a la vez daba muchos y profundos suspiros, para satisfacer la necesidad de cargar mis pulmones con aire. Me sentía angustiada por aquello, quería que acabara, pero continuó durante dos horas.

Al llegar, comí, me duché y descansé un poco. Me sentía mucho mejor, estaba muy bien. La noche también la pasé tranquilamente, al igual que a la mañana siguiente. Al medio día cambió todo. Yo me encontraba en la Plaza de Armas de Ayacucho, estaba sentada a la sombra, observando muy serena el entorno, de pronto comencé a respirar muy agitadamente (como en el bus, pero más!) iba en aumento rápidamente. Me asusté. Creía que tenía algo grave, me pasee las peores y sendas películas sobre mis pulmones, principalmente. Llamé a los de mi seguro, me respondieron que tardarían por los menos un par de horas en ubicar un centro médico de la ciudad. Así que me las tenía que arreglar, si es que esto iba en aumento. Además, me habían recomendado que no me vaya a enfermar en Perú… motivos existirán.

Llamé a un amigo, no tuve respuesta. Llamé a una amiga, que es técnica paramédica, me dijo: «vete a la farmacia por un inhalador, hazte vahos con hierbas naturales y métete una prednisona». Le hice caso, me fui a la farmacia, atrás mío, afortunadamente, había una. Me hice dos inhalaciones, confiada que iba a estar todo bien. Pero, nada, seguía igual.

Me costaba caminar, estaba muy cansada, tanto respirar de manera agitada. Mi preocupación crecía. Quería que me mirara un médico, para saber si existía algún diagnóstico. Busqué en el Google maps centros médicos privados y encontré dos, estaban muy cerca de mi ubicación. Caminé tres calles y llegué al primero. Lamentablemente no había médico hasta en una hora. Al otro que he ido, fue similar, la diferencia fue que en dos horas llegaría un médico. La chica de la recepción, de este último, la que me atendió, me aconsejó, porque me veía mal, que me fuera a Emergencias del Hospital de Apoyo Jesús Nazareno, así que ni me lo pensé. Cogí un carro- taxi y partí para allí. Al llegar, lo primero: -¿su mascarilla? – Uy! y no la traía conmigo. Entré a un contenedor que era especial para pacientes con problemas respiratorios, por esto del famoso virus. Una chica, antes de atenderme, me pidió un sol para ir por una mascarilla, en el hospital no tenían mascarilla para pacientes ni público. Me tomaron los signos vitales, estaban muy bien. Pero, continuaba igual, no tenía algún progreso, todo lo contrario. Luego, me dieron en un pequeño papel, el detalle de mis signos vitales. Ese papel, lo enseñé en la entrada de Emergencias, así que en unos minutos me vio la médica. Diagnóstico: Mal de altura. Mi cuerpo se alborotó de tanto subir y luego bajar y así, parece ser que ha sido por eso. Me suministraron una buena dosis de oxígeno, durante una hora y me dieron un pinchazo de corticoide. Ah! Y por cierto, eso lo pagué de manera particular y me salió 10 dólares. Estuve dos horas, en donde poco a poco me fui sintiendo mejor. Y luego ya estaba super bien. La médica me recomendó llevar un globo de esos gigantes, tipo piñata, e inflarlo, cuando este en altitud. Suena entretenido al menos jejej Vaya susto que he pasado!

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