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Las huellas de dolor en Sarajevo

Nika, mi buena y bonita amiga croata me acompañó hasta la estación de autobuses, para yo poder trasladarme hasta Sarajevo.

Siempre cuando me toca moverme a otro país y cruzar los pasos fronterizos me pongo un poco nerviosa, ya que me puedo encontrar diversos panoramas, según los diferentes criterios que pueda tener la Policía de turno. Afortunadamente, todo resultó muy bien, el control fue muy rápido y simple, sin preguntas. Sólo tuve que enseñar mi pasaporte y esperar el sello de autorización de entrada.

En el autobús me tocó asiento con una chica eslovena, era muy simpática y buena conversadora. Pudimos compartir durante el trayecto de siete horas, aproximadamente, juntas. En especial cuándo el conductor del autobús hacía un descanso, que fueron dos.

Al llegar a la estación de autobuses, estaría esperando por mí, Nicolás, un chico de la aplicación Couchsurfing. Estábamos con Lina, a la espera que la recogieran a ella y que llegara Nicolás. Llegaron por nosotras casi al mismo tiempo. Caminamos con él, aproximadamente, 20 minutos para llegar a su apartamento. Tuve una recepción muy cordial y amable de su parte. Me sentí cómoda. Y lo que más me encantó de todo esto, fue que había un gato en la casa, me vuelven loca.

Pude descansar muy bien. Dormí en el sofá, era grande y muy cómodo.

A la mañana siguiente, salí a caminar por la ciudad para conocer, estaba a 10 minutos del centro. Todo se apreciaba normal, edificios en buen estado, todo en orden, mucho colorido y los turistas por muchas partes. Al escuchar Sarajevo, quizás se viene a la cabeza, querra, ataques, dolor y muerte.

Efectivamente, así fue.

Quise transitar por zonas periféricas de la ciudad, allí estaba lo que se había reparado, mayoritariamente, en el centro. Los edificios de apartamentos de la clara obrera, atacados por los aviones enemigos. Se podía sentir esa esencia de sufrimiento, que muchas personas, en especial de la tercera edad experimentaron dramáticamente entre los años 1992 y 1995.

No sólo los edificios tienen las marcas de los ataques, en el suelo se pueden ver como las balas quedaron como parte de la memoria histórica de lo ocurrido.

Las personas todavía lloran a sus muertos, en especial a los cerca de 500 niños y niñas que fueron asesinados sin piedad. Y no olvidan tampoco el hambre que sufrieron durante ese tiempo, no había accedí a alimentos. Eso me lo contó una mujer que conocí en un bus local, era profesora de 62 años. La huella del dolor no se irá jamás.

Puedo destacar la diversidad de su gente, que la historia ha creado una gran y rica mezcla de culturas. Esto se puede reafirmar con el mensaje: «Encuentro de las Culturas de Sarajevo» Sarajevo Meeting le cultures» que se puede ver en una placa incrustada en la calle Ferhadija, cerca del Besistán de Gazi Husrev Bey. Este es el lugar donde se fusionan dos culturas dominantes que una vez dieron forma a Sarajevo.

Se puede ver claramente que Sarajevo es una ciudad que conecta Oriente y Occidente, no solo como diferentes mitades del mundo, sino también culturalmente, con el Este considerado otomano e islámico y Occidente visto como austrohúngaro y cristiano.

Señalética en calle de Sarajevo.
Academia de Bellas Artes.
Sepulcros blancos, del Cementerio de
Sarajevo, sobre la colina.
Yo, en puente sobre el río bosnio Miljacka, conocido como
el ‘río Sarajevo ‘, que atraviesa la ciudad.
Yo, en uno de los tantos puentes de la ciudad, en un espacio
para fotografiarse.

Fuente Sebilj, en el barrio de Bacarsija o barrio
turco.
Frase emblemática, incrustada en el suelo.
Esta sala fue mi acogedora habitación durante mi estadía
en la ciudad.

Alguno de los muchos edificios que
todavía se ven los vestigios de
ataques sufridos.

Bus que me llevó desde Zagreb hasta Sarajevo.
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