Antes de dirigirme a la frontera de los Estados Unidos tuve unos tranquilos días en Monterrey, ciudad mexicana muy cerca del Paso fronterizo Laredo. Si siempre me ponía nerviosa por los cruces de frontera, al querer atravesar uno de estos, por tierra, teniendo en cuenta que son considerados zonas rojas, por todo el gran fenómeno migratorio, constantemente me trataba de tranquilizar que estaba todo bien. Y así, afortunadamente, ha sido. Sin demoras, fue un trámite expedito. Yo crucé en bus. Lo que significó tener que bajarme del bus, recoger mi equipaje y pasar con el por la policía, primero por el lado mexicano y luego por el estadounidense. El bus avanzó hacia la zona norteamericana para recogernos a todos los pasajeros y pasajeras, si es que está todo bien, te puedes subir y continuar con tu viaje, ya dentro de los Estados y si no, te regresas, o te regresan por donde te vinistes.
Había una mujer policía, me habló en español, me preguntó por qué motivo visitaba los Estados Unidos, y por qué lo hacía sola. Si tenía la solvencia económica para mi estancia, para gastar, y cuánto tenía en mi bolsillo en esos momentos. También me preguntó por cuánto tiempo me quedaría. Yo por supuesto le dije que tenía dinero suficiente, alrededor de mil conmigo y pensaba utilizar un poco más de dos mil dólares en dos semanas, vaya locura! De pronto sentí que mi nariz crecía y crecía, como la de Pinocho en esos momentos!! Yo no tenía más de 200 dólares en mi bolsillo! y el resto ni hablar, pues si, he mentido!! no tenía la solvencia económica para mi estancia en ese país. No me pidió ningún documento que acreditara la información que había entregado, si lo hacía pues sería otro el final de la historia. Tampoco me siento muy orgullosa de contar que he mentido, pero bueno, lo admito.
Luego ya en el bus, de camino a la estación de buses de la ciudad de San Antonio, del Estado de Texas, que antiguamente le correspondía a México. Según los datos que yo había recabado con anterioridad, íbamos a llegar a un terminal con WiFi y taxis en los alrededores. Así que yo estaba muy segura y tranquila que ese lugar me serviría para orientarme bien, pasar al baño, y tratar de seguir a mi destino en esos momentos. Yo tenía que llegar a mi lugar de alojamiento, el que me había conseguido vía Couchsurfing, esa maravillosa aplicada de hospedaje gratuitos. Yo llegué a los Estados Unidos sin SIM Card, o sea sin conexión a internet en mi teléfono, de todas formas, antes, tomé algunas fotografías del camino a donde debía dirigirme, por si no lograba conexión, para así estar un poco ubicada e incluso en México llamé a la compañía de buses para asegurarme a dónde iba a llegar el bus en Estados Unidos, cuál era la dirección. Finalmente llegué a una simple parada de bus, de Greyhound, que es la Compañía de buses más popular en Norteamérica, no a una estación de buses! Incluso, era otra dirección, así que mis fotos no me sirvieron de nada. En mi trayecto del bus, desde Monterrey, estuve conversando con mi vecino de asiento, el era mexicano, y hace 40 años que está radicado en Estados Unidos. Era una persona muy amable y simpática.
Yo había revisado el mapa de cómo llegar hasta mi destino, donde me iba a alojar ese día, que era en la casa de una pareja, ellos me iban a recibir por dos noches. Este hombre amigo me contaba que los taxis a mi destino, que estaba a unos 40 minutos de la para de buses, me saldría entre 40 o 60 dólares. Y caminando, unas dos horas. Estaba organizada para irme caminando, porque eran muy caros los taxis, al menos para mi presupuesto, añade es parte de camino. Rara vez en mi viaje me he trasladado en ellos. Recuerdo, cuando llegué a Ciudad de México utilicé Uber, pero tampoco acostumbro a invertir en ellos. Finalmente, a este amigo lo fueron a recoger. Y con la persona que fue por el, se pusieron de acuerdo para llevarme a mi destino, sin cobrarme nada. Fue una muy bonita bienvenida a los Estados, con gente tan amorosa.
En destino, la casa de Cristela, ella me estaba esperando, una mujer muy amable, que me hizo sentir muy a gusto desde un comienzo, y también me preparó unos sabrosos tacos mexicanos para la cena. Ella era una profesora de primaria, con gran vocación por la enseñanza, y cuando me contaba sobre el trabajo con sus pequeños alumnos, era con mucho amor. Compartimos muy poco, pero me sentí muy bien cuidada por ella.
Mi primera mañana en San Antonio, recibí un golpe muy duro al comprar mi billete de bus desde San Antonio hasta la ciudad Baton Rouge. Cuando fui a preguntar por mi billete, no me lo creía, costaba 150 dólares! Pero tenía que comprarlo para avanzar con mi trayecto, no tenía más opciones. Yo sabía que Estados Unidos era más caro que todos los otros países que había visitado, pero no creí que tanto! Entiendo, también, que era caro porque quedaban las ‘secuelas’ de la Semana Santa y los precios subieron considerablemente, pero fue exagerado. No sólo lo digo yo, sino que gente de allí piensan igual.
Entre en un estado de nerviosismo grande y un poco de frustración, mi energía quería bajar y me estaba sintiendo incómoda, olvidándome a ratos de la confianza, pero de pronto todo cambió. Luego de salir de ese shock, respiré hondo y me dije: -tranquila, confía, todo está bien-. Llegué a pensar en un momento, que no lo lograría, ya que sí cada billete de bus me iba a salir a ese precio, pues no tenía más opciones para mí avance seguro y tenía que evaluar muy bien mi situación. Ya que caminar por ahí, no era muy seguro.
Ese día recibí un mensaje muy alentador, que para mí significó mucho. No era cualquier mensaje, y como no creo en las coincidencias era para mí en el momento indicado. Mi amigo Abhi, de India, radicado en Miami, me escribió: -sigue adelante!- El motivo de su mensaje era que me había hecho un donativo en el marco de mi campaña de crowfunding (de recaudación fondos) si bien para mi es muy importante también, pero esas palabras me tocaron en lo profundo de mi Ser. En ese momento me sentí muy emocionada, que hasta las lágrimas se me cayeron y a la vez, sentí mucha alegría, mucho entusiasmo, cómo la mayoría del tiempo ha sido durante mi viaje. Parece que estaba esperando esas palabras. Entonces, cómo no confiar, si está todo bien! Y claro, sigo adelante!



