Estaba un poco nerviosa. Tenía que cruzar desde Honduras a Guatemala, y como en toda frontera, en especial terrestre siempre existen factores que pueden modificar la posibilidad de entrada. Afortunadamente salió todo perfecto y fue muy rápido. Averigué de alguna opción de transporte para cruzar a Guatemala y encontré dos alternativas; habían dos autobuses. Ambos estaban esperando a sus pasajeros que terminarán con sus trámites en migración. Así que cambié dinero; lempiras por quetzales guatemaltecos y me subí a uno de ellos. Apenas iniciado el recorrido, el autobús se detuvo. Se subió una, aparentemente familia de aproximadamente siete personas, que incluía a un bebé, niñas y niños. No dijeron nada, ni un saludo al conductor, ni él tampoco les dijo alguna palabra. En un momento nos detuvimos nuevamente, era un control policial. Subieron dos policías y nos pidieron la documentación. Las personas nacionales, de Guatemala, debían enseñar la tarjeta de identidad y las de otros países debíamos mostrar el pasaporte.
En un instante los policías se detuvieron a hablar con las personas adultas de la familia, que se encontraban en la parte de atrás del bus. Con los demás pasajeros, que no superábamos los diez, nos miramos y entendimos que algo andaba mal. De pronto los policías invitaron los pasajeros integrantes de la ‘supuesta’ familia, a abonar cierta cantidad de dinero para ‘arreglar’ la situación o simplemente la otra alternativa era regresar a Honduras, país de origen de esas personas. Se escuchó un grito de desesperación de parte del hombre adulto que estaba conversando con la policía y dijo a viva voz, dirigiéndose a los pasajeros del bus: ‘tengan un poco de piedad!’, refiriéndose a que le apoyaremos con dinero.
El escenario era muy complejo para esas personas. Sólo un hombre acudió en su ayuda, dándole un poco de dinero, pero que finalmente, no era suficiente. Tuvieron que bajarse del bus. El bebé comenzó a llorar, resultando una escena más dolorosa al escuchar los lamentos de esa creatura.
Al cerrarse la puerta del bus, esa historia, aparentemente quedó atrás, pero como dejarla pasar? Seres humanos han visto truncado sus sueños, donde menores de edad han estado involucrados, con el riesgo de muchos peligros, tanto y más vulnerables que los adultos que los acompañaban.
La ilusión y esperanza de tener una mejor calidad de vida han hecho invertir tiempo, dinero y correr riesgos, por intentar un cambio en sus vidas. Quizás lo intenten en otra oportunidad o sería la última vez que tuvieron la esperanza.
