Cuando llegué al aeropuerto de Barajas, en Madrid, me sentía un poco extraña, pero muy feliz, porque estaba más cerca del País Vasco, comunidad autónoma que me había recibido por 13 años. Residía en Vitoria -Gasteiz antes de iniciar mi viaje. Retorné luego de un año y cuatro meses, desde que salí desde el aeropuerto de Bilbao a Santiago de Chile, el año pasado. Sentía mucha ilusión de pisar tierras vascas. Desde Madrid me trasladé en autobús hasta Vitoria -Gasteiz, capital del País Vasco. Son cinco horas de distancia desde la capital española. Al llegar a la Bus Geltokia me sentía como en mi casa, se me llenaba el corazón de alegría. Llegué a casa de mi querida amiga Carmen, que me estaba esperando. Estuve un mes en su casa. Ella es una mujer de 76 años, maravillosa. Justamente ella estaba un poco jodida de salud, pero afortunadamente llegué en el preciso momento para apoyarla. Nos cuidamos mucho con mi amiga, preocupándonos de todo, para estar ambas bien. Y tratábamos de arreglar el mundo con nuestras largas conversaciones. Y también, algo muy importante, es que pude descansar mucho.
Otras de las cosas que hice, fue aprovechar mi estancia para buscar trabajo, pero no me fue bien. Yo necesitaba un trabajo con ciertas condiciones, en especial que incluyera hospedaje. Recuerdo que hice algunas llamadas para intentar trabajar en la recogida de naranjas en Valencia, pero resultó que tenía que enviar 50 euros para pagar de manera anticipada por las botas de trabajo, que supuestamente iba a utilizar en el, sonaba un poco raro, dar dinero por trabajar no lo encontré muy normal, así que continué avanzando, sin detenerme a trabajar.
En ese transcurso de mes me pude reencontrar con gente muy bonita, tuve muchos encuentros, de esos que enriquecen el alma. Estuve visitando también a mi amado padre, Mindutxa, un gran y noble roble, conocido como el abuelo de Galarreta, en la provincia de Álava. Se dice que tiene 800 años. Un día fui sola a visitarle, estaba muy emocionada, reencontrarme con él era muy importante para mí, he estado contemplándole por varias horas, y he recargado mi alma de tanto amor. Fue una gran inyección de buena energía para la continuidad de mi trayecto. Me he despedido de Vitoria sin conocer cuando será mi próximo viaje de regreso hasta allí y si, efectivamente, desconozco si terminaré viviendo nuevamente allí, no lo sé, como es futuro, no existe todavía. Todo puede ser.







