«Mira los bloques y miles de miles de mujeres entumecidas y piensas: las mujeres de todas Europa están aquí reunidas, en el Campo de Concentración de Auschwitz. Ya no hay mujeres en Europa. Y cuando las miras, heridas, desnudas, descalzas y con el pelo cortado, piensas: ¿Es posible que éstas mujeres alguna vez hayan sido algunas chicas y mujeres bonitas, y que alguien le haya gustado una de ellas? Míralas hoy, aquí: estos son los seres aterrorizados, de rostros endurecidos, con apariencias externas, esperando la muerte y en sus pensamientos íntimos, esperando la libertad «
Jelisaveta Pijadé.
Siempre me ha llamado la atención la trágica, tristemente, parte de la historia que ha marcado a la humanidad, como lo han sido las guerras. Existen muchas películas y libros que se han basado en muchas historias, todas verídicas y reales. Yo no me los he perdido, creo que he visto todos los filmes. Siempre he tenido una conexión con esta temática, me llega al corazón.
Yo me encontraba en la ciudad de Nis, en Serbia. Caminaba sin rumbo conociendo la ciudad. De pronto puedo ver frente a mí, una señalética, con varios puntos estratégicos de Nis, y uno de ellos era un Museo de un campo de concentración. Yo estaba ubicada a muy pocos metros de el. Así que me acerqué, sin dudarlo algún minuto, todo lo contrario, sentí, una gran ilusión por conocerlo.
Se me erizó la piel al estar en la puerta de entrada del Campo de Concentración Cruz Roja, ese es el nombre oficial. Era como lo había visto, pero la sensación fue indescriptible, el aire me enseñaba el dolor y las madre derramadas que existieron en ese sitio. Pude empaparme de historias y ver los lugares donde se vivieron los horrores de la guerra.
La crudeza, la inhumanidad y salvajismo de lo que sucedió en esos tiempos de guerra, es muy difícil imaginar lo que realmente predominó entre seres humanos inocentes y las personas tan enajenadas de sentimientos nobles.
Pude ver las ropas que usaban los prisioneros, prisioneras, niños, niñas y bebés, certificados de nacimiento, pasaportes, juguetes, armas, fotografías de familias completas que no lograron sobrevivir a las aberraciones que tuvieron que sufrir, lamentablemente. Ha sido impactante para mí ver sus prendas de vestir, intactas, como si el tiempo se hubiera detenido y yo estuviera pisando el escenario de aquella época. Habían muchos mensajes y cartas conmovedoras, que habían escrito hombres y mujeres condenados a morir en cualquier instante, solo por haber nacido en una tierra distinta.
Este Museo campo de concentración es una gran evidencia de la extrema vulneración de los derechos humanos, que hemos vivido los seres humanos en la historia del mundo. Hasta nuestros días viven y estarán presente en la memoria histórica de aquellos repudiables hechos, y es muy importante, mantenerla ya que así le decimos al mundo que no queremos que vuelva a ocurrir en ningún rincón de nuestro planeta.






