Mi estadía más larga en Estados Unidos fue en New Hampshire, al norte del país. Estuve trabajando con una familia amiga limpié autos, motos, caravana, también una casa que iba a ser reformada, moví muebles para desocuparla y así me entretuve lo suficiente. No fue duro, pero ha sido diferente para mí. Mi intención era reunir el dinero suficiente para comprar un billete de avión para España y desde ahí continuar mi travesía por Europa. Lo logré. Me hubiese gustado quedarme más tiempo para reunir más dinero pero no fue posible por un amoroso dolor de muela. Que era imposible pagar una atención odontológica en Estados Unidos, es carísimo y mi seguro de ese entonces, no cubría especialidades. Así que agilicé mi viaje a Europa. He sido muy afortunada de tener la posibilidad de trabajar en este país, ya que no es fácil si no tienes visa de trabajo, pero no fue necesario obtenerla ya que lo hice informalmente, si bien tenía mi autorización de entrada, la ESTA, pero esa no me da la facultad para laborar. Cuando tenía el total de dinero en mis manos, el que me había ganado me sentía muy orgullosa y feliz, ya que podía continuar avanzando con mi viaje, así que me embarqué y crucé el océano Atlántico. Me salía más económico desde Montreal que desde Boston. Además, era simbólico para mí llegar hasta Canadá, siempre fue una idea que tuve presente, era mi idea original desde el inicio de mi camino, así que no pudo ser más perfecto.
Crucé vía terrestre a Montreal, me fui en autobús desde Manchester, New Hampshire. La frontera no tenían un control estricto, y tampoco habían máquinas para revisión de equipaje, no fue necesario. En el control policial me hicieron varias preguntas; si portaba armas; si andaba con marihuana y otro tipo de drogas; si tenía visa para entrada a Estados Unidos. El policía miró mi pasaporte buscando algún sello, pero no lo están usando en Estados Unidos, así que le mostré mi registro de la última entrada allí, pero como tenía mi billete de avión de salida del país, pasé rápidamente ese filtro.
Estuve por dos días en Montreal, me encantó. Es una ciudad de ensueño, muy amable y acogedora, la gente muy cálida y se ven todos felices, eso me llamó mucho la atención,la calma predominaba en el aire. Así que muy tranquila me fui despidiendo de mi primera parte de mi camino y mirando hacia el nuevo trayecto por Europa.



