Con mi amigo, planeamos ir a un mercado flotante, más al sur de la ciudad de Vung Tau, al interior de la ciudad de Can Tho. Alquilamos una moto, para los dos. Nos fuimos. Yo iba de copiloto.
Fue una de las aventuras más hermosas que he vivido, recorrer parte de Vietnam en motocicleta. Nos acompañaba, frecuentemente la humedad y el calor. En esa oportunidad, también nos visitó la lluvia, durante nuestro camino, fue poca, pero fuerte. Finalmente, logramos llegar sanos y salvos a la ciudad de Can Tho. Antes de llegar al hotel, mientras recorríamos la ciudad, como a las 20:00 horas, estaba oscuro. No vimos un gran agujero que estaba en nuestro camino, en plena calle céntrica de la ciudad, que en esos momentos tenía un flujo moderado de automovilistas y peatones. Al meternos en el, mi compañero perdió el control, lo que provocó que saliéramos disparados desde la moto al suelo. Afortunadamente, no hubo terceras personas involucradas.
Fue impresionante. Volamos por los aires, parecido a una escena de una peli de acción. Desde el suelo, podía ver la magnitud de lo ocurrido, con mi cabeza apoyada en el suelo, vi que mi amigo estaba tirado en el suelo con la moto sobre él. Intenté moverme, con mucha dificultad, pero finalmente, me puse de pie. Yo sangraba de una rodilla y codo, dolía mucho, pero fue el mal menor de todo lo ocurrido, ya que a él había tocado la peor parte. Él tenía la pierna super inflamada, parecían dos piernas en una y la tenía removida de su ubicación original, esa imagen me tenía destrozada. Me caían las lágrimas al verle, medio desmayado, del dolor, y en esa situación.
Poco a poco comenzaron a llegar muchas personas, tanto algunas que querían socorrernos de alguna manera y otras personas, que estaban por curiosidad, ya que eran dos «turistas» los que se habían accidentado. De pronto me vi sentada en una silla, que alguien trajo, así que pude sentarme, mientras mi compañero seguía en el suelo, ya que no podía mover sus piernas.
Yo pensé lo peor. Creí que él perdería la pierna.
La gente que se acercó, me hablaba, pero era todo en vietnamita, apenas podía mover mi brazos, pero logré utilizar al traductor, con la finalidad, principalmente, de solicitar ayuda para llamar a una ambulancia. Pero era imposible, en esos momentos, que las personas entendieran aquello, me decían e insistían, que nos fuéramos en un taxi, lo que no podía ser en el estado de mi amigo. Incluso llegó un taxi, lo llamaron ellos, pero yo insistía, por favor, que era necesaria una ambulancia. Y me continuaban diciendo: — ¡no no no, un taxi, taxi!—.
En esos momentos, recuerdo, que llegó una mujer, andaba con una bicicleta y me habló mucho, yo no entendía nada, se expresaba en vietnamita, sin traductor, no había tiempo para eso, solo le mostraba con mis manos a mi amigo, tratando de decirle con mis gestos, que él necesitaba ayuda urgente. De pronto, ella se va, y regresa con una bolsa, dentro traía elementos para curaciones: algodón, alcohol, gasa y más cosas, por lo que comenzó a limpiar mis heridas, así que, yo lloraba más de la emoción de verla tan generosa, ayudándonos. En este lapso, pasaron unos quince o veinte minutos, cuando la desesperación e impotencia, no daban tregua. Hasta que de pronto llegó un policía, el que entendió la situación y llamó una ambulancia, que no tardó cinco minutos en llegar, fue muy rápida. Y en cuestión de segundos, estábamos arriba de ella. Las personas que estaban a nuestro alrededor, ayudaron a subir la camilla con mi amigo y a subirme a mi, por la parte de atrás, también, que era bastante alta, así que fue un gran empujón que me dio el aventón necesario para poder entrar a la ambulancia. En ese instante entendíamos que íbamos rumbo al hospital.
Mi amigo estaba consciente, y solo nos mirábamos, con dolor e incertidumbre.
Yo veía todo gris en esos momentos. Tuve miedo, por mi amigo. Era otro país, otro idioma y cultura, y estábamos enfrentando una situación extrema.